
Desde hace
varios días vengo reflexionando sobre la
controversia que se ha generado acerca de las
pronunciaciones del arzobispo
católico de San Juan, Puerto Rico, Roberto González
Nieves.
El Dilema: La
Carta Pastoral, y específicamente el párrafo que dice así: “Dicho diálogo tiene
que partir del reconocimiento del derecho a la autodeterminación de cada pueblo
y nación, lo que implica que Puerto Rico tiene un derecho fundamental a la
existencia, a la propia lengua y cultura, a moderar su vida según su propias
tradiciones y construir el propio futuro proporcionado a las generaciones más
jóvenes, una educación más adecuada, es decir a los puertorriqueños y
puertorriqueñas que han de ser los principales protagonista de su historia”,
párrafo leído por el obispo episcopal David Álvarez durante una entrevista
radial por WKAQ- Univisión radio, y a que mi juicio, difiero de lo que dijo, con
respecto a que el arzobispo “pudo inmiscuirse en la política local al exponer
varias propuestas para enderezar el país”.
Para poder comprender a un Consagrado

Los
consagrados a Dios, en primer lugar, renuncian a muchas cosas para dedicarse
por entero a trabajar por la “Reino de Dios” aquí en la tierra, pero sobre
todo, a despojarse de sí mismos. Abrir
su corazón para acoger a los demás, sin importar, raza, lengua, sexo,
procedencia, en una palabra, ACOGEN a todos y todas y por igual. Así mismo, han
de tener la gran capacidad del discernimiento, para saber cuando debe hablar,
opinar o ceder en momentos determinados.
La vida
Religiosa exige de los consagrados a Dios, la capacidad de vivir en una
comunidad, espacio éste, de encuentro y también de desencuentro. Parece
contradecirse, pero no, porque es justo, en esos desencuentros donde se hace
posible el ENCUENTRO a través de Jesús-Dios,
quien es el centro de la vida religiosa
y de todo consagrado.
Debe un consagrado a Dios, opinar y sugerir propuestas que contribuyan al
bienestar de un país?
Un
consagrado a Dios, y la Vida Religiosa en su totalidad, no está ajena a la
realidad de su pueblo, sino, todo lo contrario: Está y debe estar atenta a los
signos de los tiempos para responder con audacia profética a la llamada de Dios
y dar respuestas a conflictos que afectan al bienestar de su pueblo.
Un consagrado
a Dios, significa también estar consagrado al pueblo de Dios, y por tanto, ha
de sentir con la gente, involucrarse con la gente, luchar por los
derechos de la gente, siendo así, que los consagrados a Dios, sacerdotes y
religiosas (monjas), están llamados a entregarse, no sólo a la oración y
sacrificios personales en el silencio, sino también a ser voz, “de lo sin voz”, a salir en defensa del
pueblo de Dios, a proponer, lo que entienden desde el discernimiento, es lo mejor para su gente y para su país.

Sea la
Iglesia, representada por sus consagrados, o cualquier secular de la sociedad civil que considere que promover
mejores relaciones afectivas, promover
la independencia, que no es más que crecer en autonomía, en mayor
libertad, madurez y confianza, pero sobre todo, una independencia que promueve la responsabilidad, el compromiso,
y no estar toda la vida bajo una
dependencia, que no nos permite crecer,
sino que nos hace débiles, indefensos e inmaduros, esto se llama, preocupación
profunda e identificación con un pueblo, no una identificación con alguna ideología política. ¡por Dios! de ser así,
todos los psicólogos estarían a favor de tal partido.
Una cosa sí
no debe permitirse un consagrado, aunque este pueda tener ciertas preferencias:
Identificarse
abiertamente por un partido político, aunque tenga todo el derecho de
votar. El consagrado a Dios, no es
perfecto, es persona normal, como todos,
pero con una vocación especial, y no por ella, deja de ser frágil. Por
eso será, que estos consagrados elevan
sus oraciones a Dios, confiando en su misericordia y cantando como dice el
salmo 18 “Yo te amo Señor, mi fuerza. El
Señor es mi roca y mi fortaleza, es mi libertador, es la roca que me da
seguridad, es mi escudo y me da la victoria”.
La Iglesia,
santa y pecadora, deja abierta sus puertas. Una iglesia que reconoce sus fallas
humanas, una iglesia que trabaja por el bien de su pueblo. Que ciertas posturas y/o propuestas puedan “verse” a favor de las
ideologías de un partido político, no significa que la Iglesia está promoviendo
e identificándose con algunas de las
alternativas políticas. Lamentablemente, estamos a unas semanas de celebrar “la
fiesta de la democracia”, y los partidos políticos con sus representantes, se “agarran” de cualquier cosa para defender
sus ideologías políticas, y eso no es un
secreto para nadie.

Creo a la vez, que el obispo
episcopal David Álvarez al decir que coincide con estos lideres políticos, se contradice con su opción
de vida consagrada, quien debe defender, siempre, a los pobres e indefensos de Dios, llevando
propuestas y alzar su voz a favor de la
gente, de un pueblo o nación.
No soy de ningún
partido político, pero si soy política. No busco un “puesto político”, pero sí
un trabajo donde podamos implementar estrategias que ayuden al desarrollo y
crecimiento de un país junto a un equipo
de trabajo, que crea en el
bienestar común y que crea, en un proyecto de nación, porque cuando eres capaz
de ver a Dios en la gente, serás capaz de morir en libertad por amor.
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